El dólar pa’ arriba, y la revolución pa’ abajo, como Sísifo

“Todos somos Sísifo y, por muchas veces que elevemos la piedra, acabará rodando ladera abajo otra vez hasta que llegue el fin. Es el hado de toda administración pasada o futura. Maldición que solo podremos retrasar, pero que nunca evanesce”. Anónimo.

ÁNALISIS Y OPINIÓN 27/05/2023 Edgar Perdomo Arzola

Auditórium

El dólar pa’ arriba, y la revolución pa’ abajo, como Sísifo

 Edgar Perdomo Arzola - [email protected]


La tasa del dólar BCV paralelo escaló de 24 a 26 bolívares en los últimos 4 días. Se desbordó en el mercado oficial.  Esto en Venezuela favorece que se redondeen al alza los precios de bienes, productos y servicios.

En Venezuela, donde la inflación acumulada durante este primer semestre 2023 roza el 200 %, la tasa extraoficial del dólar varía no menos de dos veces al día, siempre al alza. Este jueves, la moneda norteamericana superó los 28 bolívares por unidad en el mercado negro.

“El aumento es grave y preocupante”, porque el precio del dólar va camino a triplicarse en el mercado negro de divisas de Venezuela.

La tasa del Banco Central de Venezuela tampoco se ha rezagado. 

Esos brincos constantes afectan los precios de las compras de artículos de primera necesidad, en el costo final de los compradores que suelen regatear con la mirada en las cajas de pago.

En algunos comercios han bajado precios, pero  esto llega hasta un punto. Quienes sufren esas consecuencias son aquellos  mas vulnerables que vienen a comprar debido a las ofertas. Algunos comercios les bajan  hasta un 10 o 15 % por debajo del verdadero valor para que la gente pueda comprar, me explica el duelo de un pequeño comercio.

Me dicen unos emprendedores en Puerto La Cruz, que sus ventas ya no son tan exitosas como en otras épocas, cuando echaron a andar sus negocio en la concurrida calle Libertad, hace una década. Quizás pagar hasta 3 dólares por un desodorante ya no es tan atractivo como antes, cuando costaba ¼ de su precio actual.

Muchos emprendedores me dicen que el aumento del dólar es una cadena: el bolívar vale cada vez menos; un emprendedor aumenta precios pues necesitan: “una pequeña entrada extra”; sus trabajadores le “exigen un poco más de sueldo”; y suben los costos de los alquileres y de la materia prima.

Unos expertos en la materia consultados me dicen que el dólar no sufre cambios en el mundo. La gran incógnita es por qué sube, esta alza de precios en dólares, pues no producimos. Si no se produce, dependes de otras naciones, de otras monedas. 

El uso del dólar, y otras divisas para transacciones comerciales estuvo prohibido por ley en el país hasta que, en agosto de 2018, el gobierno de Nicolás Maduro derogó la normativa a fin de permitir la circulación medianamente libre de la moneda extranjera.                                    

En Venezuela, solo existen billetes de un dólar en adelante. Ha sido un tema complicado poder hacer la moneda divisible.

La crisis se inició en el 2013, cuando se agudizó el declive de la industria petrolera, dándole paso a un ciclo de hiperinflación entre 2018 y 2021 que llevó a los venezolanos a refugiar cada vez más sus finanzas en divisas como el dólar. Muchos lo hacen para salvarse de este  fenómeno de “la dolarización criminal”.       

Ese tipo de dolarización, conocida también como: “de facto y especulativa”, ocurre como consecuencia espontánea de los especuladores  económicos ante una hiperinflación  por incremento de los precios en solo 5 meses, de  lo que va este año 2023.

Es entonces, en 2023, la inflación más alta del mundo. Venezuela es actualmente el tercer país con mayor porcentaje de aumentos en precios de bienes, productos y servicios.

Esta coyuntura conlleva a que Venezuela registre 85 % de todas sus transacciones comerciales en divisas, como el dólar.

El término de “dolarización criminal” se desprende de la falta de información, educación, y una política de Estado para que el uso de divisas no solo sucediera, sino se impusiera, sin contemplación alguna.

Contrario a lo que se ve hoy en el mercado venezolano, una dolarización ordenada hubiera permitido que existiera conocimiento del ciudadano sobre la dolarización de facto; y estos se pudieran reponer en los bancos del país si están rotos, dañados, pegados o sucios; o esas divisas pudieran ser divisibles, es decir, que hubiera cambio o “vuelto” suficiente.                                                         

En Venezuela, solo existen precios, y billetes de un dólar en adelante. Ha sido un tema complicado poder hacer la moneda divisible, y los precios. No se consiguen en el mercado precios de 25, 50 o 75 centavos de dólar, porque no hay forma para dar cambio o el vuelto, y todos los precios se redondean  en un dólar hacia arriba”.

La “especulación con los precios” se termina de desbordar cuando se le añaden a la inflación, los costos logísticos de importación de bienes, y productos, el pago de coimas o matracas, a militares, y policías corruptos en puertos, y alcabalas para poder comercializarlos, y la urgencia de tener plantas eléctricas para sobrevivir a los apagones, que han regresado con mayor ferocidad.

Cuando aumenta el dólar, todo se frena, se paraliza. A comienzos de este año 2023, había más fuerza, más gente en la calle. La gente hoy está frenada, y muchos están reacios a emigrar y  seguir trabajando, aún con un dólar a 28 bolívares, y explotados por comerciantes árabes, y chinos.

El mito de Sísifo, o cómo la industria venezolana debe dejar de cargar su piedra.

Una de las célebres historias de la mitología griega es el disparador de este análisis, que impide ver la profesionalización, la investigación, y la responsabilidad social de empresarios, y toda la sociedad que trabaja en la economía.

Sísifo es uno de los personajes de mayor astucia y avaricia en la mitología griega. Se dio maña para traicionar al mismo Zeus, embaucar a Tánatos, Ares y Hades, dioses de la muerte, la guerra y el inframundo, respectivamente. Sin embargo, Zeus logró controlarlo y, junto con Hades, le imponen un castigo ejemplar al bribón de Sísifo: subir una pesada roca por la ladera de una montaña empinada. Pero cuando la roca estuviera a punto de llegar a la cima, rodaría cuesta abajo para que él, nuevamente tenga que volver a subirla. Y esto se repetirá por toda la eternidad.

El mito de Sísifo permite análisis desde diferentes puntos de vista, como el de Camus. Pero también otorga la posibilidad de ensayar sobre aspectos cotidianos de la crisis económica venezolana, donde parece que estamos condenados a empujar una roca eternamente, sin reparar en si estamos haciéndolo por la ladera de pendiente menos pronunciada, ni en la razón por la cual no podemos avanzar y acabamos repitiendo el mismo camino una y otra vez. Mucho menos en averiguar cuál ha sido: “el pecado de mostros los venezolanos”, que nos ha colocado en esta situación.

Encuentro que Sísifo es una analogía muy oportuna para interpretar los problemas de percepción social de nuestro país, que de manera tan obstinada se empeñan algunos comerciantes especuladores árabes, y chinos en reforzar cada momento.

Y es que, como Sísifo, hace más de una década empezamos a rodar cuesta arriba la pesada roca de una estigmatización social alimentada por la ignorancia gubernamental de los principios de funcionamiento, regulación, y control de nuestra economía. Y cada vez que logramos algún progreso, aparece algún hecho, tramas de corrupción como la de las muñecas del petróleo de PDVSA, u opiniones  que hacen que esta roca ruede cuesta abajo. Y ahí volvemos a empezar, como Sísifo, a empujar nuestra desgraciada roca.

¿Qué sucede? ¿En qué se ha fallado? ¿Por qué la critica pro positiva se sataniza, mientras la especulación, y la corrupción,  tiene el beneplácito de los gobiernos?

Creo que hay varias razones que pueden explicar la situación. Pero la principal, sin duda, es la falta de comunicación asertiva de los reguladores de la economía, y la producción, y la recuperación de PDVSA. No es una tarea fácil, por supuesto, pero cuanto más se retrase, más complicada se hará.

En el extremo opuesto somos mediáticamente vulnerables, de acuerdo, pero también tenemos suficientes argumentos para demostrar nuestra contribución, y trabajar en conseguir una mejor percepción social de recuperación de la economía del país. Esto no va a ocurrir por sí solo. Y cada día que dejamos pasar cuesta más revertir esta situación. Pero se opta por el silencio, y el silencio nos vuelve cómplices.

Y claro, están llegando  épocas peores, donde efectivamente conviene más el silencio, por un tiempo, y de ahí volvemos a empezar, igual que Sísifo. Callamos, y el silencio se vuelve cómplice, y la roca vuelve a caer.

El reto, como recuperar la industria  petrolera, es no ser Sísifo, y condenarnos a la eternidad rodando una roca. Si caemos en esa rutina, descubriremos que un día no habrá más eternidad, y el juego se habrá terminado. Hemos de hacer un frente común, todas las partes que formamos la sociedad venezolana, y ser parte de un solo plan, que permita posicionarnos socialmente como la industria petrolera, y petroquímica seria, respetable, productiva y controlada que éramos. Y cuanto más tarde empecemos, más difícil será la tarea, si acaso sigue siendo posible.

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