La historia es así.
En los últimos años nos han contado que un nuevo ser humano ha nacido en 2007 tras el advenimiento del nuevo profeta, el iPhone.

Es cierto que el iPhone cambió muchas cosas. La principal: puso internet en la palma de la mano de aproximadamente dos tercios de la población mundial.
Eso es verdad y es importante y cambia muchas cosas.

Pero a partir de ese hecho los analistos de la televisión y las redes dan un triple salto mortal sin red para afirmar que los votantes de hoy son radicalmente diferentes de los de la era pre-iPhone.

Pero hay un pequeño problema.

Resulta que el cerebro humano es tan porfiado que sigue siendo sustancialmente parecido al que era.

¿Al que era cuándo?

Pues en 2006. O peor aún, al que era antes de la existencia de internet. O, colmo de los colmos, sospechosamente parecido al que era cien años atrás en el lejano 1923. O inclusive, horror de los horrores, al que era en las etapas iniciales de la especie humana. Vade retro Satanás, pero hasta te diría que sospechosamente parecido a nuestros buenos amigos los simios. Los otros simios, quiero decir.

¿A dónde voy con esta charla?

A sugerirte prudencia. Porque en internet te vas a encontrar con millones de analistos diciéndote que ya no vale ningún mecanismo de comunicación que no se apoye en big data, inteligencia artificial o la red social de moda.

No les hagas caso.
Son tonterías.

Hay cosas nuevas que hay que estudiar en profundidad, por supuesto. Y no son pocas. Pero el cerebro del votante no es tan diferente al que fue. Sigue siendo ese mismo cerebro que ansía desesperadamente que le cuenten historias. Antes alrededor del fuego, ahora alrededor de una pantalla, pero siempre historias.

Ok boomer, ya sabemos que estás preparando un nuevo curso y que es acerca del storytelling. O sea, querido boomer, que ya sabemos que dices todo eso para vendernos tu curso.

Uy, uy, así quedo en evidencia. Pero, pero, pero. Es cierto que lo estoy preparando pero todavía no está. O sea que no, hoy no te voy a vender nada de eso. Solo quiero aconsejarte que no corras detrás de lo último que esté de moda en materia de comunicaciones. No te dejes llevar ciegamente por un puñado de empresas que promueven sus productos como si no hubiera mañana ni ayer.

Piensa que en el fondo el votante sigue siendo el mismo de siempre. Su psicología no cambia ante cada innovación tecnológica. Las emociones humanas siguen siendo las mismas que descubrió Darwin, la percepción sigue teniendo las mismas leyes, la memoria funciona del mismo modo.

Pero por favor, tengamos un mínimo de aceptación de la idea de que la realidad es contradictoria. Y que algunos cambios que sí ocurren no invalidan otras cuestiones de fondo.

En fin.
Prudencia. No te apures a incorporar cada idea que parece nueva o cada estrategia de comunicación que suene diferente.
Prudencia y paciencia.

Daniel Eskibel