Prestigio y referencia

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ÁNALISIS Y OPINIÓN14/07/2024 Manuel Isidro Molina

Manuel Isidro Molina1

A las víctimas de la represión gubernamental madurista-cabellista

Siempre digo que no aprendí Derechos Humanos en los libros sino en mi casa, siendo testigo inocente de la represión sufrida por mi familia durante los gobiernos de Marcos Pérez Jiménez, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. Mis padres, Manuel Isidro Molina Gavidia y Maura Peñaloza de Molina, fueron víctimas de aquellos mecanismos represivos en dictadura y democracia; también mis dos hermanos mayores Lenin y Nerio, el primero tiroteado en Mérida en noviembre de 1961, y el segundo apresado, desaparecido y torturado brutalmente en junio de 1962, y luego privado de libertad durante más de dos años bajo falsa acusación de asesinato de un agente de la Policía Técnica Judicial.


Recuerdo que muy niño, con mis hermanos y mamá, estuvimos visitando a papá en la temida Seguridad Nacional, donde después levantaron ese magnífico conjunto arquitectónico Parque Central. Después, nos tocó visitarlo en la también desaparecida cárcel de El Obispo, en El Guarataro de la parroquia San Juan de Caracas.


Antes, papá fue objeto de persecución policial en su natal Valera, estado Trujillo, por ser dirigente del Partido Comunista de Venezuela (PCV) - hoy asaltado judicialmente por el gobierno corrupto y abusador del poder de Nicolás Maduro, el PSUV y sus satélites y testaferros-. Era tipógrafo, periodista fundador de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), copromotor de la fundación del Ateneo de Valera y editor de varios periódicos impresos, entre ellos el humorístico "Cocoliso"; y motivador de la lectura y de las ideas revolucionarias y antifascistas de la época, como me lo testimoniaron, agradecidos, los amigos trujillanos Adriano González León, célebre escritor y docente universitario, y Francisco "El Flaco" Prada, antropólogo cultural y luchador guerrillero de renombre. Por todo eso y más, la Seguridad Nacional acosó a papá, y la dictadura ordenó su extrañamiento factual del estado Trujillo: vinimos a dar a Caracas, en 1952, refugiados en el apartamento de Casalta (hoy Casalta I) de mi tío materno Antonio Peñaloza y su esposa Bertha Macero de Peñaloza, protectores nuestros. Así comencé a ser un caraqueño nacido en Valera, siempre bajo el trato exigente y amoroso de Maura y Manuel Isidro, madre y padre ejemplos de dignidad y docentes formadores de jóvenes bachilleres y profesionales del periodismo, respectivamente.


Les cuento está breve historia personal y familiar, para que comprendan porqué aborrezco la represión, el abuso de poder, la tortura y el asesinato de opositores políticos, luchadores sociales, y defensores del ambiente y de los derechos políticos y laborales del pueblo venezolano y del mundo, que es uno solo e indivisible.


El Gobierno ha impuesto un régimen autoritario, corrupto y abusador del poder, que merece lagmk mayoritaria condena política y social que ya se ha ganado. Pero no es una ocurrencia de Maduro como gobernante sobrevenido en 2012/2013. Como Presidente de la República y del PSUV, él ha fraguado un sistema vulgar de control perverso del poder, que no solo reprime sino que asfixia y busca atemorizar a las mayorías inconformes que lo adversan, ya en tendencia irreversible. 


Junto con Cilia Flores, Diosdado Cabello, Gustavo González López, Hernández Dala y Vladimir Padrino López, Nicolás Maduro ha generado una especie de régimen-ornitorrinco: desde santeros hasta católicos, evangélicos y ateos agazapados; "revolucionarios" y neoliberales corrompidos, muy sufrimos y consumistas de productos de la llamada "alta gama" internacional, todos pudrimillonarios aferrados al poder envilecido junto con sus testaferros. En conjunto, desprecian los derechos sociales, traicionaron al pueblo venezolano y destruyeron las instituciones públicas, convirtiendo al Sistema de Justicia en una amalgama de tracaleros impúdicos, rastreros y dispuestos a servir tanto a las mafias y delincuentes adinerados como a la siembra de delitos y el ocultamiento de la tortura y la denegación de justicia de los represores.


El apartheid político-electoral es otro rasgo del régimen-ornitorrinco madurista: asalto judicial y obstrucción deliberada y sistemática de los partidos políticos, exclusión de candidatos presidenciales, eliminación de tarjetas electorales y todos los abusos conocidos desde el Consejo Supremo Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ); y, por supuesto, la persecución y retaliación contra activistas de campañas electorales opositoras, hoy principalmente sobre los seguidores de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, candidato presidencial de la MUD/PUD, víctimas de todo tipo de insultos y agresiones insólitas, muy descaradas y pendencieras. Mi solidaridad democrática para todos ellos, incluidos humildes vendedoras de empanadas, regentes de posadas, propietarios de camiones y proveedores de equipos de sonido. 


Es nauseabundo el abuso de poder desplegado, desde la Guardia Nacional Bolivariana y el SENIAT hasta la Policía Nacional Bolivariana (PNB), a lo que se suma el triste y no menos detestable rol de la Fiscalía General de la República cohonestando estas tropelías y "certificando" la siembra de delitos.


Se cuenta y no se cree, tanto morbo represivo. 


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