![Manuel Isidro Molina1](/download/multimedia.normal.81a98a9dc612f4fa.TWFudWVsIElzaWRybyBNb2xpbmExX25vcm1hbC53ZWJw.webp)
La ausencia de debate es muy grave. Aumenta la desorientación de la ciudadanía, y crece la posibilidad de manipulación y engaño, a beneficio de factores de poder ocultos y con aviesas intenciones a espaldas de electoras y electores.
Prestigio y referencia
En América, ocurren eventos paralelos que pueden marcar hitos previsibles con consecuencias inciertas para el continente del llamado "Nuevo Mundo" de finales del siglo XV.
Estados Unidos asiste a un insólito episodio por la avanzada (y acelerada) senectud del presidente Joe Biden, mientras en Venezuela sufrimos los efectos de la empobrecida astucia del presidente Nicolás Maduro. Ambos se aferran patológicamente al poder: el de allá, por conocida terquedad ensombrecida por su frágil memoria; y el de aquí, por creer que su pretención de gobernar hasta 2031 tiene audiencia suficiente como para reelegirse en este insondable 2024.
Biden provoca compasión, mientras sus lagunas mentales se yerguen con la fuerza de Cronos, indetenible. Hasta en los círculos demócratas de poder, se elevan voces sensatas reclamando sustituirlo como candidato presidencial para la elección del 5 de noviembre próximo. Esa incógnita se despejará pronto, a ver quién enfrentará a Trump u otro republicano, si el ex presidente cae en los vericuetos de los casi cien juicios penales que cursan en su contra.
En el caso venezolano, Maduro carga el sol en la espalda media. Los círculos corrompidos de poder que lo aúpan todavía, triangulan el tablero entre Miraflores, Monagas y Barinas, donde el desprestigio de "los Chávez" crece como la impopularidad del presidente-candidato, Cilia Flores, Diosdado Cabello y sus exegetas.
Su pretención de gobernar hasta 2031, parece más una insólita testarudez pendenciera que rasgo de astucia, propia de gobernantes decadentes. Casos abundan, pero no referiremos ninguno para no herir sensibilidades.
Lo cierto es que sin base social ni política suficiente, y achatando más los liderazgos dentro del PSUV, Maduro se propone una proeza solo superada en Venezuela por el dictador asesino y ladrón Juan Vicente Gómez, quién gobernó con mano de hierro 27 años, hasta el día de su muerte en diciembre de 1935. Sería una barbaridad, pero eso quiere y por eso encallejona a Venezuela con cepo represivo, control informativo multiforme, abuso de poder y corrupción descarada.
El agotamiento de la astucia de Maduro -que arrastrará al PSUV y sus satélites- se agota aceleradamente, como la memoria de Biden. Él y su entorno vienen actuando con la sobre confianza de los delincuentes: creen no tener límites ni contrincante que pueda derrotarlos.
Se arriesga a Fuenteovejuna, sin noción cierta de la realidad venezolana. Cree que comprando un puñado de polítiqueros rastreros, asegura su permanencia en La cueva de Alí Babá... La impunidad se le ha convertido en tentación, y será su fin, su muerte política anunciada.
La ausencia de debate es muy grave. Aumenta la desorientación de la ciudadanía, y crece la posibilidad de manipulación y engaño, a beneficio de factores de poder ocultos y con aviesas intenciones a espaldas de electoras y electores.
La política venezolana -bañada de polítiquería, codicia, cobardía, corrupción, abuso de poder, improvisación y liviandad- está de espaldas a las exigencias nacionales y globales contemporáneas.
El jueves 27, presentaremos en rueda de prensa nuestras conclusiones y recomendaciones. El pueblo decidirá con sus votos quién será el próximo Presidente de la República, que asumirá el cargo el 10 de enero de 2025, según pauta taxativamente la Constitución.
La ONU destaca el papel crucial que desempeñan las parteras en la mitigación de riesgos de parto, que incluyen su apoyo a la salud mental y reproductiva, y ayuda psicológica, primordialmente necesaria en tiempos de guerra; desafortunadamente, existe una escasez de alrededor de un millón de matronas en el mundo.