Edgar Perdomo: Politiqueros, gays, idiotas y sifrinaje ramplón

ÁNALISIS Y OPINIÓN 26 de febrero de 2023 Edgar Perdomo Arzola

Auditórium

 Polítiqueros, gays, idiotas y sifrinaje ramplón

Edgar Perdomo Arzola - [email protected]


Parar bolas: “Aunque usada en otros países latinoamericanos, es muy de venezolano decirla”. Se refiere a prestar atención, o mejor dicho, a no hacerlo. Generalmente la usamos para quejarnos con otra persona cuando no nos oye o no nos mira: “no me estas parando bolas” o “deja de ver la TV y párame bolas”. Incluso podemos referirnos al que nos gusta y no nos corresponde: “el chamo no me para bolas”. Fin de la cita. Anónimo.

 

Muchos polítiqueros, gays, sifrinos,  e idiotas de la política en funciones de gobierno, regionales, y municipales, la mayoría de ellos desconocen que la palabra idiota proviene del término griego idiotes, con el que se definía  a quien, a pesar de tener la condición de ciudadanos, y de reunir una serie de requisitos constitucionales, los cuales le permiten participar en elecciones libres para optar por cargos  públicos,  pero muchos de ellos, en su abrupta salida del closet, con su estupidez, idiotes, sifrinismo, y mariconera, les impide ejercer de forma activa la condición política de servidores públicos para lo cual fueron electos, y empezaron por dedicarse exclusivamente a sus asuntos privados. Y como muchos de esos animales, y anímalas del monte,  por si acaso no lo sabían, la condición de  político viene de la polis, y un político no es otra cosa que un ciudadano, un servidor publico,  es decir, una persona con derechos políticos, que residía o reside  en la polis. Se puede decir entonces,  que un politiquero, idiota, mari con, sifrino,  no es el que sigue al pie de la letra, el añejo consejo de Juan Vicente Gómez, de ser como él, y no  convertir la política en politiquería. Hoy, muchos años después de la muerte del  general dictador, por lo que vemos en la actualidad seguimos siendo un país de idiotas. 

Una de las formas más sencillas de reconocer a estos elementos arriba señalados  es fijarse en  la forma  verbal que emplean en las redes sociales a la hora de hablar de sus gestiones políticas de gobierno. Para estos individuos, en sus presentaciones publicas solo existe la estupidez manifiesta, o como muchos la expresan, pero nunca la seriedad del cargo que ejercen. Todo se reduce, casi siempre, a la estupidez:  “de descalificar lo que descifran los analistas  políticos” o a disfrazar, los contenidos analizados  desechando el optimismo, y la buen fe de esos comentarios, a que “salga algún jala bolas de toga y birrete  a apoyarles  sus bobadas,  a estos sinvergüenzas,  y que  les arreglen todas sus estupideces”.  Como si el problema político fuera un problema de rameras, por ejemplo la escasez de agua, y los continuos apagones que tiene a la ciudadanía hasta la coronilla. Y es que estos  idiotas embestidos de poder, no  creen que esto, sea un problema político, y considerándolos, como problemas menores, como para dejarlos  en manos de profesionales expertos en la materia. Y no dejarlos en manos de fontaneros políticos,  y de pela cables comunales, que ya sabemos lo que suelen hacer.

 

 

La única manera de revertir estas decoraciones y guachafitas politiqueras de todas estas cosas, y que han convertido la idiotez en el sentido común, en materia política, es comenzar cambiando este guatero politiquero por políticos de verdad. Ya es hora de que nos demos cuenta de lo que no podemos hacer: “nosotros, los ciudadanos, los verdaderos políticos” y sobre todo, de lo que sí se puede hacer para: “echar del gobierno  a estos sinvergüenzas, y arreglarlo todo con un buen sentido común”.

Como me le dijo un veterano activista  político, «espacio de poder que no ocupe un varadero servidor publico, una bazofia de estas la ocuparán  por ti». Este es el motivo de que a ciertos poderes les convenga tanto un politiquero idiota que no sabe manejarse en estos espacios. Por supuesto, siempre hay excusas: echándole la culpa a los partidos, “porque todos los partidos son iguales”;  y todos sus directivos son unos alacranes vendidos”. En el caso de los centenares de aspirantes a presidente en las primarias opositoras, si bien resulta más complicado encontrar una excusa para el idiota, este siempre puede alegar que son todos unos “alacranes” o incluso  unos  “nazi-fascistas” peligrosos.

Si bien es cierto que los espacios de participación política que hay son muy  criticables en demasiadas cosas, por  los que, los ocupan en la actualidad, no es menos cierto que estos defectos se deben principalmente a la poca participación ciudadana que hay en los mismos. El resultado de esta exigua participación es el escaso poder de presión de las bases sobre las cúpulas de estas organizaciones.

Imaginemos qué pasaría si, por ejemplo, la afiliación de los trabajadores venezolanos a gremios activos no fuera del 10%, sino del 80% o del 90%. Evidentemente, estas altísimas cifras responderían a la existencia de una clase trabajadora mucho más consciente y participativa, y por tanta menos idiota, alienada,  y conformista de la que tenemos actualmente. Y con unas bases tan movilizadas y conscientes, poco importarían los desmanes, privilegios y corruptelas de estos gobernantes de pacotilla, ya que el verdadero poder estaría en las bases de estos gremios, y no dudarían en usarlo para decapitar políticamente a quienes les representan en caso de que no cumplieran diligentemente con sus obligaciones.

Este ejemplo gremial se puede aplicar también a los partidos, y a cualquier otro espacio de poder político gubernamental. Siendo  capaces de influir notablemente sobre los gobiernos regionales, y locales,  y de los partidos políticos que los sustentan.

Influir sobre el poder es también el objetivo de calidad y cultura democrática, y revolucionaria, este espacio nos plantearía  la creación, de la mejora continua en actuaciones y procedimientos. Se trata de que la ciudadanía piense en qué ámbitos le gustaría que los gobiernos fueran más transparentes, democráticos y eficientes, en el nivel de estudios de sus dirigentes,  en el grado de democracia interna en la toma de decisiones, etc.  Para elaborar en base a estos criterios,  indicadores de calidad, que además perseguirían una serie de objetivos mensurables  en forma cualitativa y cuantitativa.

Poner algo así en marcha tiene la gran ventaja de que convierte a los gobiernos locales en entidades que deben esforzarse en mejorar continuamente, día a día. De este modo se supera ese flojo concepto de la democracia que defienden los que opinan que ser ciudadano consiste en participar un día con el voto, para ser idiota los restantes 365 días del año. En cambio, los indicadores de calidad se deben ir construyendo, y revisando continuamente, y según se vayan  perfeccionando, se va perfeccionando también la propia condición de ciudadanos, y de competencia política. Podríamos finalizar, diciendo, que este tipo de proyecto de lograse, seria un saludable remedio contra la idiotez, el sifrinismo, y la politiquería ramplona. Enfermedad que deben superar cuanto antes, el pueblo venezolano,  ya que perjudica no solo a la Venezuela enferma, sino a toda su  sociedad.

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